Y si. |
Faso, marihuana, falopa, putza, faisán, ganja, o churro. Hace rato que quiero escribir un update sobre este tópico tabú, pero siempre chocaba contra tres problemas. Las contras a encarar este tema eran las siguientes:
1) No quisiera hacer apología de la droga. No se que significa pero siempre lo vi asociado a cosas malas, y no necesito más problemas. Además, hay mucho adolescente que insiste en leer esta página, y no querría que por algo que escribo algún pendejo haga cualquiera.
2) Hace 5 años que escribo pelotudeces. Si ahora hablo del faso, no quiero que todos digan “Claaaro, así cualquiera”, cuando todo lo que escribí fue producto del alcohol.
3) Si la vieja de mi novia se encuentra con este update no me invita nunca más a comer a la casa, y hace unas milanesas que te caés de orto. Y NO ME HAGAN HABLAR DE SUS TORTAS.
Es así que este update quedó relegado al último cajón de mi memoria, donde guardo mi ambición, mi impulso sexual y otras cosas que uso poco. ¿Qué cambió, entonces, para estar escribiendo estas líneas?
No se como era el mundo hace 10 años, tenía 17 y solo quería averiguar como era este asunto de “culear”. Hay evidencias que indican que el faso estaba por todos lados hace rato: Las películas de Cheech & Chong, la música de Grateful Dead, o sin ir más lejos Paolo el Rockero. De alguna manera no vi todo esto y pensaba que la marihuana era algo que fumaban los yanquis en la prepa, y que acá solo los drogadictos la consumían. Esos que te apuñalan para robarte la billetera y comprar cocaína, melanina o Ades. No se que consumían porque son tan drogones que hacen cualquier cosa por meterse en el cuerpo esa porquería que toman.
Hoy en día, sin embargo, no se si será que soy más adulto o que las cosas realmente cambiaron y a nadie le importa un huevo si estás del culo. Puedo nombrar al menos 5 películas de los últimos 6 meses cuya trama se basa en gente fumada, con un mensaje positivo. Me encontré con una columna del diario Crítica Online, titulada “FUMADO”, donde el autor habla del impacto en el mundo occidental de la apertura económica de China. Mentira, tira gansadas de fumón, seguramente sobrio, pero con una excusa tácita por su divague. El programa más popular de nuestra televisión nacional tiene como uno de los sketches más celebrados a un cabeza de hierba. En cualquier revistería puedo encontrar la revista THC, que solo habla del cannabis y sus rituales. Anibal Fernandez, Ministro de Justicia de mi país, comentó dados ciertos fallos recientes, que “el faso es una puta masa”, solo que con otras palabras y sacándolo de contexto.
En cuanto a los adolescentes, es muy simple. Declaro desde ahora mismo que este sitio y en especial, este update, no debe ser leído por menores de 18 años. Lo voy a agregar en el pié de página. Cualquier menor que siga leyendo no solo está haciendo algo que no quiero ni avalo, sino que además está tácitamente declarando que sus padres no le enseñaron nada y la irresponsabilidad de estos es la causa de su actitud. Que me venga a decir algo algún padre ahora. Y ojo, que no es un capricho. Realmente creo que más allá de todo lo que voy a escribir, no da que un pendejo ande quemando. Hay etapas. Si querés una vida de intoxicaciones frecuentes, primero viene la birra y el viaje de egresados. Luego, tiempo después, vendrán 1 o 2 años en los cuales vas a estar casi siempre fumado. Se llama “ir a la facultad”. Así que no te apures, tontito.
¿Como derribé el punto 2? Bueno, yo me olvido de lo que escribo pero creo haber aclarado que nunca escribí un update fumado. No les queda otra que creerme. Dado que nunca se sabe que es cierto y que es inventado en esta página, no les va a costar mucho.
El tercer punto fue el más difícil. Sé que hay quienes están pensando “Man, hoy en día está todo bien”. Las bolas. Cuando tenía 13 años me pusieron Internet. Fui uno de los primeros clientes del primer proveedor del país. En el colegio nadie sabía lo que era Internet, les tenía que explicar, muy despacio. Cuando me puse a chatear (mandar mails) con una brasilera llamada Vanesa Ferreira, de mi edad, que vivía en Canada, en el colegio me gastaron por meses. “¿COMO ESTÁ TU NOVIA DE INTERNET?” me gritaban, y yo respondía despacito “noesminoviaboludos”, y luego escribía “Vanessa” en mi cuaderno al lado de corazoncitos y calaveras en llamas, que siempre son relevantes.
Lo peor es que era lo más cercano a una. A una novia, no a una calavera. Hablabamos todos los días, me había mandado su foto, ella era la única pendeja con webcam y yo el único latino con Internet. Exagero, pero así es el amor. Después falleció, o capaz solo cambió el mail, pero terminó siendo mi primer desamor porque no supe más de ella. Mientras tanto, en el colegio, no pararon de joderme con esa mina, y eso que era un tipo que me llevaba bien con todo el mundo.
Hoy en día los mismos pibes que me gastaban por horas por no poder conseguirme una mina como un hombre de verdad, tienen en su perfil de Facebook una foto sin la remera, mirando a camara con unas Ray Ban, y no paran de coger gracias a Internet. Sin embargo, tan solo el año pasado o el anterior, cuando aún estaba con mi ex y respondía a un “como se conocieron” con un “por Internet”, no podía dejar de sentirme un pelotudo que no puede conseguirse minas como un hombre de verdad.
Naturalmente entonces, por más que en mi último laburo de 80 personas 70 fumaban de vez en cuando, por más que mis amigos más cercanos son fumones o han pasado por “el año fasático”, incluso por más que todos los deliveries de la zona donde vivo probablemente me conozcan como “el fumón que siempre te abre con la bragueta abierta y haciéndose el que se acaba de despertar y se refriega los ojos por más que son las 9 de la noche”, no quiero que mi suegra se entere de que he fumado. Para ella soy el novio de la nena. Soy Andrés. Imaginen mi terror.
De cualquier manera, habrán notado que lo resolví de forma ingeniosa. Acá me podrán decir “¡Pero estamos leyendo que sos vos desde el primer párrafo!”. ¿No jodas? Obvio que se dieron cuenta, si no me molesta que lean justo ustedes. Ahí radica la genialidad de este disfraz.
Habiendo terminado con la introducción más larga que escribí hasta el momento, puedo pasar a, como bien notaría Capusotto, hablar del faso.
Encuentro.
La primera vez que fumé un porro fue cuando era chico. Estaba en la secundaria. ¿Ven por que no quería que lean los pibes? Ojo, no tenía pensado hacerlo, simplemente ocurrió. Pasé por el cuarto de mi hermano donde él, mi otro hermano mayor y su novia estaban quemando. Al instante trataron de pilotearla pero dado que tenían esculpida la sonrisa del gato de Alicia en el País de las Maravillas, era obvio que estaban en algo raro. En realidad yo no tenía ni idea de que estaban haciendo porque tenía menos calle que La Pampa antes de 1492, pero me dijeron que estaban fumando y hasta me ofrecieron, dado que si alguna vez iba a probar, que mejor que hacerlo en un ambiente contenido y en familia. Ya fumaba cigarrillos así que la costumbre chota de meterme humo en los pulmones, la tenía de antes.
Yo no tenía ningún interés en ese entonces de “probar” y lo cierto es que estaba un poco aterrado. Hacemos mil cosas “que están mal” todo el tiempo. Te fumás un pucho, que es legal pero está haciendo concha y está mal visto por los no-fumadores, te bajas 2 tubos de vino sin contemplar que pensaría esa amiga que nunca tomó en su vida y tiene un joven tío alcohólico, sin ir más lejos, no conozco a nadie que no se haya bajado un MP3 en s4u vida, y no olvidemos que es ilegal. Ni hablar de películas o software. Nadie de los que está leyendo pagó su Windows Xp. No me quieran mentir. Y en algunos países podes ir preso por eso. Pero no te avergüenza contárselo a tus amigos.
Esto era diferente. Fumar de ese faso me etiquetaba al instante, convirtiéndome en un tarado que “se droga”, en alguien que quiere escapar de la realidad, en alguien que sucumbe ante la presión de sus pares, en alguien que pasaría por la puerta de entrada a otras drogas más duras, en un falopero, hasta en un pecador. La única razón por la cual “No te pases de mambo” no está en los mandamientos es porque en el Monte Sinai crecían más hongos que en la aldea de los pitufos. Es curioso como se implantan en nuestras cabezas ciertos mensajes. No soy ni fui católico apostólico romano y me reía de las publicidades de Fleco y Male de la época (Para los que no las hayan visto, eran campañas contra la droga protagonizadas por el Dr. Miroli, un ex-compañero del Dr. Ahorro y el Dr. Simi que le erró de carrera). Pero luego de fumar, me sentía mal. No físicamente, de hecho no me pegó. Tenía todos los preconceptos negativos que la tele y el inconsciente colectivo te implantan desde chico. Y no me convencieron a frenar mi accionar, solo hicieron que no lo pueda disfrutar. ¡Pero basta de hablar del catolicismo!
Pasaron muchos años sin que vuelva a fumar. Ya había probado y por más que sabía en ese entonces que no causa dependencia física, simplemente no tenía ganas. No le veía lo divertido. Pasadas mis dos primeras décadas de vida, compartí algun que otro churro en reuniones, una vez por año o incluso menos. Nada pasaba. Hay que aclarar que me había ocurrido lo mismo con el alcohol, tardó en hacerme efecto y hoy en día (ya he contado esto antes) no importa cuan grande sea el pedo que me pongo, SIEMPRE me acuerdo todo y no hago nada que no haría sobrio. Un embole de pedo, bah. Con el faso era peor. Hasta la fiesta en lo de Chata.
¡Capaz que no pega!
Corría el año 2004 mas o menos. Me encontraba en una fiesta en San Isidro, organizada por un amigo del colegio. No suelo ir mucho para allá, pero por alguna razón esa noche estaba ahí, con mis amigos el Sabandija, el “Trasbordador” Verea y el Corto Maltés. Nos sentamos en la cancha de Paddle del dueño de casa, que les puede parecer extravagante pero no es poco común en ciertas casas construidas en los 80s por la zona. Una vez allí, sentados en ronda, el Sabandija sacó de su campera un faso, a lo cual el Corto agachó la cabeza, suspiró “El tata” y luego hizo la señal de la cruz.. Notando mi mueca inquisitiva, me explicó “A este faso que pegamos le decimos el Tata Dios”. “El tata”, suspiró Sabandija y repitió el ademán anterior de su compañero. Admiro la pasión por los rituales de mis amigos de la infancia, y nuevamente quiero exponer lo que provoca mandar a tus hijos a un colegio de curas.
Se armó la ronda. El faso pasó de mano en mano en algo similar a las mejores partes de That 70’s Show. Al rato, Trasbordador no se podía mover, el Corto soplaba las hojas secas del piso y Sabandija no paraba de reirse de lo colgados que estaban los otros dos. Yo los miraba y no entendía nada, pero no como se imaginan. Le dije al Corto: “Man, no me pega. Mirá que fume varias veces en mi vida y nunca pasa de, capaz, reirme un poco”.
El Corto tomó la tuca entre sus dedos. Parecía no estar tocándola, era como si una fuerza magnética la mantuviese en inamovible órbita. La llevó a la boca lentamente, mirándola, y antes de quedar bizco entrecerró los ojos como quien se relaja ante un masaje. Poniendo una mueca que dejaba entrever experiencia, aspiró sin que tuca y boca se tocase, logrando un sonido parecido a una tribuna entera después de que un tiro libre pasa a centímetros del arco. “¡Una fuga de gas!” sentenció Trasbordador, y luego se rió por su asociación. El Corto abrió los ojos. Su mano bajó con la suavidad de una hoja otoñal, y pestañeando levemente, dejó salir el humo como una maestra que dulcemente acompaña con palmaditas en la espalda a los chicos que salen al recreo. Luego, como si nunca hubiese olvidado mi enunciado pero dando a entender que recién ahora me podía contestar, me dijo “No es que no te pega. Es que no la entendes.” Pestañee un par de veces y le dije: “Disculpame Sai Baba, ¿como hago para entenderla?”. Él sonrió levemente y me dijo “No te puedo explicar. Pero un día la vas a entender. Solo tenés que querer”. El Corto se paró y se fue a bailar con su novia. Trasbordador estaba jugando con un perro y Sabandija estaba durmiendo. Sentado en la cancha de Paddle, agaché la cabeza y me repetí “La tenés que entender”.
La próxima vez que fume, casualmente de la cosecha del “tata” y en el mismo lugar pero días más tarde, la entendí. No se como pasó. No hice nada en especial. Quizas simplemente me permití entenderla. Es como cuando ves una película adulta de chico y por más maduro que te creas, no entendés de que carajo trata, hasta que la ves de grande y te parece un peliculón. Es lo mismo. Pero bueno, con drogas.
(Hago un paréntesis, que no se si tengo que ponerlo entre paréntesis, pero si no es así está mal puesto el nombre. Sé que muchos fumones y hasta fumadores casuales se ofenden si se le llama “droga” a la marihuana y no la consideran tal, fundamentando que el cigarrillo, el alcohol y todas las pastillas que los adultos tomamos a menudo contra dolores, stress o insomnia, son drogas también y nadie las llama así. O que la marihuana es una “droga blanda” que no puede ser comparada con las otras porque no causa adicción. Pero realmente, no me vengan con mariconadas.)
Desde ese simbólico día en que la entendí, me concentré en diferenciar los efectos, en investigar a fondo que grado de pelotudez me estaba afectando, para poder contarlo después. Ya tenía LIA en ese entonces, y me imaginaba que tenía una responsabilidad periodística e incluso civil de poder dar, con lujo de detalles, los efectos de la marihuana en el organismo. Cuando busqué información del cannabis hace muchos años, cuando ni siquiera la había probado, me encontré con lo mismo que ahora: Es una droga psicoactiva, es decir, actua sobre el sistema nervioso central alterando la percepción, animo, consciencia y actitud. Me chupa un huevo eso, quiero saber exactamente como pega. Lógicamente también quería conocer sus contras, y hay varias páginas que detallan las mismas con mayor o menor entusiasmo. Para el caso, si buscan un poco pueden caer en páginas donde se culpa al faso de la violencia en el fútbol, el calentamiento global y que Marley siga viajando por el mundo. Pero un simple “pasa todo esto cuando estás reloco”, no encontré.
Es así que durante mi período cannábico, me esforcé por entender y analizar todos los puntos de esta planta, para que aquellos que no sepan de que se trata puedan vivirlo, aún si no tienen ganas de probar nunca en su vida. Cuando en el 2000 leía las anécdotas de Tucker Max (www.tuckermax.com), me deleitaba con las aventuras de este turro que se pasó años en pedo, volteándose a todo el mundo y siendo el borracho más divertido que leí. Yo podría haber hecho esa vida y me hubiese divertido, pero la verdad es que no soy así. No puedo ponerme un pedo, ir a un bar y ponerme a chamuyar minas. No me sale, no está en mi naturaleza. Pero disfruté de sus anécdotas y las viví a través de sus palabras. Esto es similar. Los fumones ya saben de que se trata pero todavía están leyendo la enumeración del primer párrafo. Gente sana, esto es para ustedes.
Efecto Uno: Estoy del ojete.
Lo primero que pasa al fumar un faso se da a los pocos minutos. A veces 5, a veces 10, incluso a veces a los 20. Viene todo de la misma manera que siempre, incluso nunca falta el que sentencia “che, no me pegó”. Pero de repente, el cambio no puede ser ignorado. Casi siempre tiene que ver con lo último que venías haciendo. Si estabas charlando, te das cuenta que estás contando cosas que no decís ni en terapia. Si estabas leyendo, te das cuenta que hace 3 páginas que en vez de leer estás tarareando “Funky Town” en tu cabeza. Si te estabas riendo, nunca frenaste. No importa como haya pasado: Lo cierto es que siempre pensás “uh estoy del culo”.Es como una mini fiesta sorpresa en tu mente. De repente saltan todos detrás del sofa y te reís pensando “Como son chicos eh, siempre me agarran desprevenido”.
Una vez sabiendo que por las próximas 4 horas no vas a poder manejar maquinaria pesada, empiezan a florecer los otros efectos. Voy a presentarlos en ningún orden en particular, por más que siga numerándolos.
Efecto Dos: Reordenamiento absoluto de las prioridades.
Supongamos que por ejemplo, el ‘Para hacer’ del día consiste en:
– Armar la nueva mesa de la computadora,
– Ver si le digo al “Tucu” de pasar a visitar,
– Hablar con mi novia para ver que hace esta noche
– Pegarme una ducha.
Una tuca más tarde pasa a ser:
– Conseguir algo salado, en preferencia crocante
– Conseguir algo dulce, en preferencia con dulce de leche casero
– Echarme un nonito con el pulgar en la boca a propósito, como para ver si el sueño “pega mejor”.
¿Notaron un patrón al principio? El bajón es un tirano. No conoce piedad. No toma substitutos. Yo no sabía por que veía gente con gafas oscuras en un supermercado. Ahora lo se muy bien.
Efecto Tres: Hambre voraz de cosas ricas, o El Bajón.
Para el fumón, una góndola de supermercado es como tomar a un decano de la facultad de letras y hacerlo viajar en el tiempo para que conozca la Biblioteca de Alejandría. Nunca me quedé tanto tiempo, y me refiero a 6 o 7 minutos enteros, leyendo los ingredientes de cada una de las galletitas en frente mio. Visualizando como los chips de chocolate se meten en la masa de vainilla. Pudiendo palpar la mousse. Resolviendo a una escala atómica como se combinan los diferentes elementos y como van a afectar cada papila. Imaginándolo. Como la lista de Schindler, en ese momento no hay nada más importante que poder salvar a una marca más, a un gusto más, del confinamiento del sector Almacén.
Luego de guardar toda clase de golosinas y lácteos (que por alguna razón son a la putza como la manteca a la tostada) en la canastita como si fuera una ardilla gigante juntando para el fin de los tiempos, y luego aún de imaginarme que era una ardilla gigante y preguntándome por que mi risa es humana, llegaba el momento de la caja. Un buen momento para hablar de otro efecto.
Efecto Cuatro: Paranoia.
Hoy en día es difícil encontrar a alguien que no haya fumado en su vida, e incluso entre los que nunca lo hicieron, ya casi nadie lo juzga como antes. Encontrar un tipo fumado da el mismo asco/pena/risa/indiferencia que encontrar uno borracho, y la mayoría de las veces tenés que prestar atención para darte cuenta que está del culo. Sin embargo, cuando uno está en un estado en el cual lo más importante que te pasó en la vida es encontrar pan tostado recién hecho, se da cuenta que para alguien que no comparte esta particular visión, uno es un pelotudo que se cuelga mirando una panadería por 20 minutos.
Esa vergüenza a veces se transforma en la llamada paranoia. Pasás a estar seguro de que si alguien se da cuenta, va a caer el grupo GEO a cagarte a trompadas y llamar a tu vieja para decirle “Su hijo es un drogadicto. Tiene drogadicción. A las drogas”. Por eso es que uno cuando está del culo, no quiere que nadie más lo note. Esto se hace bastante complicado dado que por más que uno pueda actuar con total naturalidad, esos ojitos dicen que enrollaste la alfombra del baño y te la fumaste con un embudo. Es así que uno empieza a pasar los productos como si nada pasara, porque no pasa nada. Ponés los lacteos al mismo tiempo, separás los comestibles según su categoría, notás que estás exagerando, no hacés mas nada, mirás a la cajera y te acordás que tenés varices en los ojos entonces mirás para otro lado, son 16 con 70 ¿tengo cambio? Creo que tengo cambio a ver me fijo, no, no tengo nada, jaja, de que te reís boludo, ¿eso lo dije o lo pensé? Dale, que sos, Homero, careta, ah ya estoy afuera del super AJJAJAJAJA BOLUDO NO PASABA MÁS EL TIEMPO.
Efecto Cinco: El tiempo no pasa más.
En realidad todo ocurre como siempre. Un picaflor hace la misma cantidad de aleteos, vos te movés a la velocidad usual, y todo accionar tiene la misma duración. Pero hay una razón por la cual el fumón tiene esa tranquilidad solemne en todo lo que hace. Todos podemos recordar como ese minuto antes de que toque el timbre, o ese último semáforo antes de agarrar la onda verde que te lleva a tu casa, tardan más. Es lo mismo, pero tarda más. Bueno. Estar del ojete es como varias horas de esa clase de segundos.
¿Vieron como en las novelas dicen “Desearía que este momento no terminase nunca”? Bueno, a los dos minutos se estaban armando un churro. Así nomás.
Esto es tanto positivo como negativo. Todo fumón vivió esta escena: estás con amigos, llega la pizza, bajás a buscarla y cuando volves alguien te grita “MAN TE FUISTE HACE MEDIA HORA”. Ahí le decís “Nunca baje… no encontré el ascensor” y todos estallan en carcajada. Pasaron 15 segundos seguramente. Pero los que estaban adentro ya estaban llamando a la policía porque no volvías.
Ni hablar de cuando realmente bajas a buscarla. Yo he envejecido dentro de ascensores. Ir hasta la puerta de entrada, abrirla, saludar al pibe del delivery, esperar que saque las pizzas de la moto (cosa que tarda, aproximadamente, 63 segundos) darle la plata, recibir el vuelto y cerrar la puerta, es una cadena de acciones con tal peso de responsabilidad que al terminar, te sentís agotado y orgulloso. Es como dar el último final de tu carrera, aprobarlo, y contemplar todo el tiempo y esfuerzo que invertiste en esa meta. Bah, exagero, recibirte no es tan groso como eso.
Y todavía falta toda la vuelta en ascensor. Con las pizzas en la mano. Te sentis Papá Noel, Santa Claus, o Toti Ciliberto, como se le conoce en otros paises de habla hispana. Después de esa cruzada, cuando finalmente entrás al depto y algún boludo te grita “TE FUISTE HACE MEDIA HORA”, no podés dejar de decirle “Creo que hace más. Lo importante es que la pizza llegó, y después del primer bocado, querés besar al cocinero.
Efecto Seis: Exaltación de los sentidos.
Me va a costar explicarles esto si no lo vivieron. Lo intentaré, sin embargo. El THC por alguna razón mágica, no por ciencia, por pura magia, le da un ascenso a los sentidos más ignorados. ¿Qué digo ascenso? Les sube el sueldo, les da un plan de vacaciones en el exterior y les construye su propio despacho.
La vista y el oído siempre fueron los sentidos más populares, son los que después salen en MTV mostrando la casa. El olfato está ahí, es como Brendan Fraser, nunca va a ganar un oscar pero todos lo conocen y a nadie le cae mal. El gusto y el tacto sin embargo no gozan de mucha mención. Fumado sos Daredevil, siempre y cuando Daredevil sea un superhéroe que combate al mal palpando cosas y comiendo tostados.
Los que estén atentos notarán que existen unas sinergias del carajo en este asunto. Sabiendo que el faso te da hambre, te hace pensar que todo es más rico, y te hace creer que todo tarda más, comerte una torta brownie de chocolate te convierte, por unos 5 minutos que parecen 10, en la persona más feliz del mundo. Si, ya se que tengo que estudiar para el parcial, y que mañana tengo que ir a laburar y me quiero matar. Pero… ¿vos probaste esta milhojas?
La otra sinergia obvia es el sexo. Sabiendo que el gusto se potencia, está claro que vas a comerte tu plato favorito. Pero en cuanto al tacto, ¿como podés aprovecharlo? Bueno, tratar de mirarte la cara con los dedos como un no-vidente no era la respuesta. Era el contacto con otro ser humano. Agregale lo de que todo tarda más, y no importa con quien estés cojiendo, al final le vas a querer poner un anillo de compromiso en el dedo. Lectores masculinos: ¿Alguna vez leyeron una novela erótica para mujeres, de las que venden en los supermercados, con tipos musculosos con pelo largo en la tapa que parece que acaban de salir de un lavacoches? ¿Les parecieron aburridas las extensas descripciones de caricias, mimos, roces y besos? Es así, pero en vez de aburrido es increíble. Si la mujer siente las cosas así por default, tengo una nueva admiración por el sexo opuesto.
Y no me hagan hablar de lo que es hacer el amor. No es un eufemismo, hablo de cojer completamente enamorado de la persona con la que estás. Fumados. ¿Que tiene de especial? Tiene que ver con el próximo punto.
Efecto Cinco: No poder enumerar bien.
Esto lo escuché, nunca me pasó.
Efecto Siete: Exaltación de los sentimientos.
Este es un punto debatible. Lo analicé por mucho tiempo y llegué a la siguiente conclusión: El faso le pone sal a todos los sentimientos conocidos, pero uno como está fumado, inconscientemente aprovecha y saca al exterior los más placenteros. ¿Para que vas a estar deprimido si podés ver bloopers del 93 y cagarte de risa como un nene? La cabeza ni se hace esa pregunta, cuando te querés dar cuenta te estás mirando las manos y pensando “Son ENORMES”.
Es así que si estás con amigos, te das cuenta que los re querés. Si estás con tu pareja, te preguntás como no están casados todavía. Si te pide la luna, le ofrecés el firmamento, pero no te podés parar, mucho menos subirte a un cohete. Che hablando de cohete, ¿armamos otro? ¿Si? ¿Te dije cuanto te quiero? Esto no significa que no potencie cosas negativas. Si ves una película triste, probablemente te cagó la tarde. Si se te murió un familiar, yo diría que no te prendas ese churro porque vas a llorar más que el marido de Adriana Aguirre. Es difícil encontrar un fumón agresivo porque como dije, en vez de calentarte preferís ir a comer algo o colgarte mirando tele. Pero de vez en cuando pasa, y tengo por suerte un excelente ejemplo a mano.
Como un individuo que tiene que mantenerse al tanto de lo último, o sea lo que va a salir en la sección Tecnología de Clarín en 18 meses, hace tiempo me cree una cuenta en Facebook. Como no lo utilizo para lo que está (cojer), paso mis días ignorando “pedidos de amistad” de gente que nunca vi en mi vida, y jugando al Packrat. Para ponerlo en términos simples, el Packrat es un juego en el que básicamente juntas figuritas. Tiene un poco más de complejidad, pero en esencia es eso, solo que acá los trueques de cartas son forzados: si alguien quiere, sin mencionar detalles, puede sacarte una figurita y dejarte otra de menos valor.
Vean una típica reacción a este evento:
Lupine Wolf dice:
Che maraca no me robes los arbolitos que tengo que juntar un montón
Alucard dice:
kb
Lupine Wolf dice:
Dale pene, después te ayudo a vos y es mejor así.
Alucard dice:
ok
El 80% del público que juega Packrat son señoras de cuarentipico o más, que juntan las cartitas como si de muñecas de porcelana se tratase, y son las personas más divinas que me encontré en el mundo. Recordemos que podés cambiar cartas con tus amigos en solo un par de clicks, quieran ellos o no. Estas señoras, antes de hacerlo, se mandan mensajes del estilo “Cariño, ¿te molesta si te cambio tu delfín por mi regadera? Y las respuestas son variaciones de “¡Claro que sí cielo! Ni preguntes, avisame si necesitás cualquier otra cosa.”
Ahora vean que pasó cuando, luego de clavarme un faisán, noté que el mismo amigo de antes me había robado otra figurita.
Lupine Wolf dice:
QUE HACÉS LA CONCHA DE TU MADRE
Lupine Wolf dice:
LOS GOGGLES SON “FIGU DIFICIL”
Lupine Wolf dice:
ME LOS ROBASTE PORQUE SÍ Y LOS PERDISTE COMO UN IMBECIL
Alucard dice:
no los perdi, los guarde en un set
Lupine Wolf dice:
METETE EL SET EN EL ORTO SORETE
Alucard dice:
xD
O a los 10 minutos, luego de robarme la figurita de un conejito motoquero:
Lupine Wolf dice:
DALE
Lupine Wolf dice:
DALE
Lupine Wolf dice:
OTRA VEZ
Lupine Wolf dice:
QUE SOS PELOTUDO
Lupine Wolf dice:
ME CAGO EN TUS MUERTOS
Lupine Wolf dice:
TE QUIERO CAGAR A TROMPADAS
Alucard dice:
L2 Game IMO
Lupine Wolf dice:
HABLAME EN CASTELLANO CONCHUDO
Si no me tomé un taxi para ir a la casa y gritarle en persona es porque sabía que al toque me iba a olvidar por que fui.
Efecto Ocho: Perdida de memoria a muy corto plazo.
Imaginen que la vida es una película, y que todo lo que vivimos pasa al celuloide como si hubiese una cámara omnipotente que fija todas nuestras vivencias. Ahora imaginen que un duende picarón de repente te roba los últimos cuadros de dicho film. Es así como de repente estás yendo al baño, llegás, y te preguntas “¿A que vine?”. Y no fuiste a mear. Fuiste a buscar un cotonete. Esa pregunta anterior es tan habitual como “¿Como llegué a esta fiesta?” o “¿Por que me saqué los pantalones?”
Un día estaba caminando por la calle, reloco, seguramente yendo al super, y vi en una esquina a un yanqui. No se como supe que era yanqui, pero estaba seguro que había nacido en el US of A. Me acerqué a el pensando que estaría bueno charlarle porque. Me paré en frente, sonreí, y le dije (en inglés):
-Hey, ¿sos norteamericano, no?
-Si, estás en lo cierto.
-¡Lo sabía! ¡Yo soy Argentino!
-¡Ya veo!
-Era eso nomas.
¿Vieron lo que puse más arriba? Lo de “estaría bueno charlarle porque”. No es que me equivoqué al escribir. Es que para cuando me terminé de decir esa frase en la cabeza, ya me había olvidado porque carajo le quería hablar. Me di cuenta unos segundos después de que me dijo “Aha”. Imagino que el tipo habrá pensado que yo era un idiota… y hablando de imaginar…
Efecto Nueve: Imaginación del carajo.
El cannabis no es alucinógeno, no importa cuantos fasos te fumes, nunca vas a ver cosas, a menos que estés comiendo con cuchillo y tenedor una planta entera. Y la bajes con LSD. Lo que si tiene, sin embargo, es que la imaginación se multiplica. En un lugar lleno de fumones, los que no están comiendo, charlando o cagándose de risa, están con la mirada fija en un punto perdido, como si fuesen voluntarios de modelo vivo en un instituto de retardados. Si les decis “Che”, seguramente peguen un salto, te miren, y puedan continuar preparando el asado o cerrándole el pecho al paciente, pero lo importante es que si les preguntás en que pensaban, seguramente te dicen “No, nada”. Es mentira.
Una vez, en el subte, en el transcurso de 3 estaciones desarrolle un recurso literario. Hablo de algo tan avanzado que con solo escribir un update así, seguro que al toque vendría Saramago a casa a decirme “Me encantó lo que escribiste, Lupine” y yo le diría “Gracias, Saramago” y el me diría “No sabés quien soy, ¿no?” y yo le diría “Si, el mago malo del Señor de los Anillos” y ahí nos reiríamos y me dejaría tocar la orbe adivinadora con la que puede mirar a toda Tierra Media, o como la llama él, el “Premio Nobel de Literatura”.
¿Por qué no estoy haciendo eso? Simple. Me bajé del subte y me olvidé como era el recurso. De la misma manera me olvidé varios updates que escribí en mi mente tirado en la cama, tres proyectos con salida financiera inmediata y desarrollé la constante de Planck sin saber que ya existía. Esta, amigos mios, es la razón por la cual más allá de la música, no podemos adjudicarle a la marihuana algún avance en cualquier campo. Se te ocurren cosas discutiblemente geniales, pero o te las olvidás o nunca las llevas a cabo porque al rato…
Efecto diez: La weed nap.
Disculpen el anglicismo. Weed significa hierba y Nap significa siesta. “Siestita herbórea” no es tan cómodo como el ya mencionado término, así que lo seguiré llamando así. La Weed Nap ataca como un ninja en un eclipse. Afecta más a unos que a otros, pero todos la sentimos alguna vez. Conozco mucha gente que solo fuma para dormir mejor, es una lástima que no aprovechen todo lo demás, pero no deja dudas ante su efectividad al respecto.
La Weed Nap es parecida al bajón en el sentido que de repente, lo único que te importa es clavarte una siestita. Podés estar sentado en un sillón, tranquilo, charlando, y de repente se rompe el cielorraso y te cae en la pieza Mr. Sandman (Que es como el San Cayetano del nonito), pero que en vez de soplar de su mano arena que forma simpáticas letras Z en el aire, toma carrera y te parte un saco de arena en la cara. Desde ese instante solo tenés tiempo para pararte, decir “Chicos, no la hago” y buscar posición horizontal en los próximos segundos. La duración de la siesta es aleatoria. Capaz con media horita estás fresco como una lechuga que recién sale de la ducha. El otro día un amigo me dijo “Che, pintó la weed nap, me tiro un toque en tu cama”. Esto fue anteayer. Ahí se levantó y se fue a mear. Ahí se acostó de nuevo.
Estudio de caso:El fumón ante la vida cotidiana.
A veces, por como son las cosas de la vida, estás del ojete y te avisan que tenés que ir al correo a buscar un paquete, u alguna otra cosa que requiere cancelar tu plan de mirar Animal Planet como nunca lo habías visto antes. ¿Cómo reacciona el rastafario urbano?
Primero, te querés matar. La sensación es de infantil capricho, te recordás que en una hora van a pasar “Pocoyo aprende jugando” y ya habías separado unos bizcochos para la ocasión. Pero tomás coraje, ya que no todo está perdido. El fumón tiene en la nuca, muchas veces oculto por el cuello de la camisa o el pelo largo, un switch de Activo/Pasivo. Normalmente dicho interruptor está en Pasivo, se pasa solo cuando te sentás, acostás, o te hablan de laburo. Pero por momentos, si hacés las cosas sin pensar (que suele ser el caso) el switch se Activa y te encontrás haciendo un montón de cosas. La razón es simple: Como estás tan colgado para hasta pensar “Uh, que fiaca lavar los platos”, para cuando lo pensaste, ya los estás secando. Así que con la palanquita para arriba, agarrás las llaves de tu casa, vas a la puerta, salís, llaveas, te tomás el ascensor y de repente no sabés como estás en el subte. ¿Cuando pasó? Pero más importante… ¿Cómo carajo no me pasó algo en el camino?
Dadas anotaciones que hice al respecto en mi época de periodismo verdad, puedo asegurar que lo que ocurre es un proceso que nombré “Llamamelo a Tank”. No me parece absurdo asumir que la mayoría de los lectores vieron The Matrix. Mi padre, quien puede estar leyendo todo esto mientras llama al abogado para sacarme de la herencia, puede que no la recuerde bien y por eso le refresco la memoria. En dicha película, Keanu “Wow” Reeves llamaba al operador Tank y le pedía que le “suba” a la cabeza conocimiento absoluto sobre selectos temas. Cosas que solo especialistas saben hacer como Jiu-Jitsu, manejar helicópteros o abrir un paquete de pilas.
El fumón, cuando no está haciendo algo que requiere su absoluta atención como ponerle manteca al pancito o escribir un update, está colgado. Siempre. Como mecanismo de defensa, si el switch está en Activo, se corre en segundo plano del proceso de pensamiento una conversación constante entre la consciencia y un Tank imaginario, que no es otro que la proyección del individuo lúcido. Dejenme ponerles un ejemplo porque ni yo entendí la explicación.
Siguiendo el caso de llegar desde el depto al subte, lo que pasa en un rincón del cerebro es esto.
Lupine: Che Tank, estoy llegando a la esquina. ¿Que onda los semáforos?
Tank: Es fácil. Rojo es quedate ahí. Verde es cruzá.
Lupine: ¿Seguro? Mirá que los autos pasan y está en rojo.
Tank: Vos tenés que mirar a los hombrecitos, drogón, no al semáforo que está para los autos.
Lupine: Jajaja que boludo. Ta. ¿Cruzo ahora?
Tank: Si, porque cambió.
Lupine: Ok… por ahora todo bien. Para… creo que voy a chocar una vieja.
Tank: Correte.
Lupine: Ahí va… me mandé un poco a la calle pero ya volví a la vereda, ¿ta bien?
Tank: … si.
Lupine: Ok, te llamo en un toque si pasa algo.
Lupine: Tank
Tank: No me llamo Tank. Soy tu versión sobria. Ni me tendrías que “llamar”.
Lupine: Tank
Tank: Que pasa.
Lupine: Está la boca de subte acá, hay UN MONTÓN de escalones. ¿Como decís que la baje?
Tank: Es una caida controlada, asegurate que siempre haya al menos un pie sosteniendo el cuerpo.
Lupine: Te estoy jodiendo Tank.
Tank: ¿Y que hacés en el piso?
Lupine: Me tropecé, pelotudo. ¿Por que nunca me hablaste de estas mierdas que tengo en las zapatillas? ¿Cuanto le doy a la cajera?
Tank: Te dije que te ates los cordones antes de salir. Fijate que tenés un peso en el bolsillo derecho del jean, daselo, agarra el pasaje y la moneda de 10 centavos de vuelto.
Lupine: Ok. En cuanto a lo otro, también me dijiste que la respuesta a “¿Quiénes son esas trolas que agregas a Facebook?” era “Vos sos la mas trola, amor”. Mirá, puse el pasaje en la máquina sin que me digas nada.
Tank: ¡Te entendí “Diosas”, no “Trolas”!
Lupine: …¿En serio?
Tank: …no, imbécil, hablamos en tu cabeza, no te podés malinterpretar. Metete en el subte y escuchá música hasta llegar a combinación con 9 de Julio, haceme el favor.
Lupine: Oki.
Lupine: Tank
Tank: Que querés.
Lupine: Este tema es UNA MASA
Esto sigue hasta llegar al correo, charlar con el empleado, recibir el paquete, pasar por el kiosco para comprar un alfajor, volver a casa, volver al kiosco a buscar el alfajor que te olvidaste, volver al correo a buscar el paquete, y volver a casa, donde el interruptor baja solito a Pasivo y te sentás a ver el weather channel. Nunca abriste el paquete. Después de la siesta lo vas a encontrar y vas a pensar “Que grande el Lupine Fumón del Pasado, siempre dejándome cosas”. Solo que, bueno, con tu nombre.
Anexo A: Contraindicaciones
Mencioné antes que muchos jóvenes pasan por lo que llamo el Año Fasático. Este período que puede durar mas o menos de 12 meses, se caracteriza por una rutina estable (como la de ir en la semana a la facultad o al laburo, los findes descansar) en la cual el fumón introduce un faso al llegar a casa “para desenchufar”, y varios el finde “para patear el cable a la mierda”.
Pero que pasa. Todo exceso es malo. Si fuese por mi comería comida arabe todos los días, tendría siempre un pucho en la boca y tomaría coca en las comidas. Algo que probablemente, muchos de ustedes hacen. Pero también quiero poder correr 10 metros o no tener que comprar mis remeras en XXL. Algo que probablemente, la mayoría de mis lectores sufren. Asi mismo, por más que el cannabis no produzca dependencia física y que su mayor problema es que se consume típicamente en fasos, que son como un paquete de puchos en cuanto a como te joden los pulmones, no da estar siempre del orto porque puesto en términos científicos, “quedas quemado”.
Tuve muchos casos cercanos de este tipo. Hablo de amigos que fumaban todos los días y a la semana, sobrios, seguían medio drogados. Pero no en las cosas copadas. No mantenés las cosas que parecen superpoderes de cuentos infantiles como el supertacto y el supergusto. En cambio, te baja el coeficiente intelectual al punto de no poder hacer operaciones simples, adornado por una cara de “me acabo de levantar” que se mantiene en todo momento. Estás permadrogado.
El ser humano tiene esa particularidad de chuparle un huevo si le advierten de cosas y en cambio querer comprobarlas por si mismo, porque “capaz yo sí puedo no mezclar el impulso sexual con la amistad”, y terminás dedicándole una a tu mejor amiga después de acompañarla al RapiPago. Asimismo ninguno de estos fumones considera el parrafo anterior cuando pasa todos sus días con una tortilla en la mano y las instrucciones de cómo cocinar un burrito en el microondas en la otra. Sobrio. Hasta que llega un momento que uno se dice “Ah pero estoy hecho un idiota”, y no fuma más por un buen rato, a veces por una semana, otras por un mes, otras nunca más hasta que se casa tu hermano y te largas a llorar de la emoción al ver la torta.
También peligroso es el fumón intermedio, que no es neófito pero tampoco ha pasado su año sabático y peca de sobre-excitación. Es el que te habla todo el tiempo del faso con cosas como “Me clavé un churro y me puse a lavar la ropa, es un flash” o “Me fumé un chango y vi Pie Grande y los Henderson, no lloré tanto ni en el funeral de mi vieja” o “Boludo me mandé un brownie de putza y me metí en un pelotero, me cambió la vida”. Si, todos nos sorprendimos como idiotas de las cosas más cotidianas bajo la influencia, pero no da estar todo el tiempo hablando de eso, con una remera que dice COMO PEGA ESTE CHURRO, un gorro jamaiquino y una pipa de llavero. Al menos no en el laburo.
Por último, en selectos casos, puede surgir una fascinación por la ilusión de caras en objetos cotidianos.
Anexo B: Prevención
Recién me llegó un mail de un lector del futuro que ya leyó este update y me pone: “No quiero que mis hijos terminen como vos. ¿Como hago?”. Bueno, esto puede o no ser fácil. Depende del estudio y el laburo.
El faso no crece en los árboles, viene de un mundo místico llamado Babilón. El método de exportación y sus medios son un misterio para mi así que no te puedo ayudar por ese lado. Lo que sí sé, es que tus hijos van a pegar faso por medio de un conocido, ya sea del laburo o la facultad.
Si tu hijo va a la facultad de Filosofía y Letras, ya es tarde. Comprale una tuquera para el cumpleaños y te va a abrazar como nunca antes. Medicina es un 50/50, puede que haya entrado porque quiere tener la vida más sana posible, como puede ser que quiera drogarse con absolutamente todo lo que saque del laboratorio pero aprendiendo como hacer para que no lo haga concha. Es como el que toma cursos de mecánica para tunear el auto, pero con un juramento hipocrático en el medio y un free-pass al sector secreto de las farmacias, donde guardan lo que pega posta.
Economía y Exactas, no te preocupes por un churro. Esos se maman que da cagazo. Abogacía y afines, van a probar una vez, no les va a pegar, y van a ir a un cabarulo. ¿Programación e informática? Los mejores códigos los escribieron fumados. ¿Es un tipo ambicioso, con espíritu emprendedor? Tiene 3 plantas en el lavadero.
En resumen: Dejalo que se rodee de fumones, de cualquier manera, va a pasar. Una vez teniendo en frente ejemplos vivos, seguramente va a tomar la decisión correcta. No pienso aclarar cual es. El otro día en lo de mi suegra me dieron flan con dulce de leche y crema chantilly, man. Acá hay mucho en juego.
Lupine Wolf dice:
Igual nunca va a haber un boom de visitas en LIA como para poder justificar publicidad
Lupine Wolf dice:
Hasta no duplicar visitas me parece al pedo
Bicho[DBZ] dice:
escribi sobre sexo
Lupine Wolf dice:
Siempre hacemos eso
Bicho dice:
escribi sobre drogas
Lupine Wolf dice:
No tengo idea
Bicho dice:
vos pone droga en todos los parrafos y google hace el resto 😀
Lupine Wolf dice:
Con poner un faso o droga o porro o marihuana por párrafo puede andar.
Bicho[DBZ] dice:
falta putas, pete, cojer, tirar la goma, el 69 y el 71
Lupine Wolf dice:
¿Cuál es el 71?
Bicho[DBZ] dice:
hace villa adelina a plaza miserere
Bicho[DBZ] dice:
va por panamericana
Long nights
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
buy weed bongs cheap online
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
link qq slot pulsa
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
qq slot Pakai pulsa
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
Keluaran SGP
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
keluaran sgp hari ini
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
visit my homepage
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
click the next page
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
Lyjmoon wrote
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
Findinmarket.com
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
http://www.jatlb.com/comment/html/?215057.html
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
sky777
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
please click the following internet page
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
3WIN8
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta
joker123 download link terbaru
Todo lo que siempre quiso saber sobre la marihuana pero nunca se atrevió a preguntar « La Internet Apesta